lunes, 7 de diciembre de 2009

Rockstar: tu reloj está en hora, pero tu calendario no...

En algún momento me dí cuenta. Buena parte de la música que me gustó siempre es careta. Me refiero al rock.

Así como un chico puede jugar a disfrazarse de motoquero o de power ranger, también puede disfrazarse de guitarrista de rock e imitar los gestos de las estrellas más famosas y sus actitudes de "soy malo" o "tengo onda".

Los pelos largos, la ropa estudiadamente descuidada, los anteojos de sol, el cuero, las tachas y cadenas, etc. suelen ser más importantes que la música y las letras. Los discursos suelen ser tan anacrónicos (sexo, droga y rock & roll) como lo sería escuchar en la actualidad a un negro cantando un blues en el que se queje de la esclavitud.

Pocos rockeros son músicos y muchos son simples imitadores mediocres que eligieron ese camino a la fama, como podrían haber elegido participar en un reality. Han transformado un género que nació insolente y lleno de contenidos en una caricatura con música de fondo, en un show de lucha libre con personajes disfrazados que simulan sentimientos para una masa anestesiada y superficial.


Lo parió! Quería escribir una crítica sobria y profunda, pero me salió un vómito!

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