jueves, 28 de julio de 2011

Caperucita y el Zapallo

Caperucita era una niña muy dulce, obediente y abnegada. No era dada a los placeres desmedidos ni a elucubraciones vanas. Sólo tenía una "peculiaridad": no soportaba a los zapallos.

Por esas cosas de la vida, salió de la adolescencia ya transformada en la mujer que sería el resto de su vida, con su caperucita bastante intacta y un novio... zapallo.

El resto de su vida se podría resumir como una larga batalla contra la "zapallitud" de su novio. La famosa historia del lobo apenas podía vislumbrarse entre las brumas de un pasado que, tal vez, ni siquiera fue.

Fin.

miércoles, 27 de julio de 2011

Manuscrito hallado en una casona abandonada

Desde hace ya algún tiempo he comenzado a percibir, o a creer que percibo, sombras extrañas y fugaces. Siempre en forma periférica, siempre borrosas e indefinidas, pero he llegado a plantearme el tema en forma concreta y debo ensayar alguna explicación. Preferiblemente una que excluya la locura.

Entre el desprendimiento de retina y una dimensión paralela se extiende un abanico de posibilidades que van desde lo banal a lo francamente aterrador. Si las sombras reptan entre nosotros, yo no quiero saberlo.

En estas últimas semanas, más de una vez ha llamado mi atención algún movimiento fugaz e imperceptible al entrar a una habitación en penumbras. La visión es parte ojo y parte cerebro, parte percepción y parte interpretación. Si la sombra está en la realidad, en el ojo o en la mente; es algo que cada día parece más importante esclarecer, y sospecho que en breve este asunto resultará crucial.

Ayer, en la quietud de la noche, sentí claramente como una mano se posaba sobre mi hombro. Aseguro que estaba despierto y libre de los efectos de cualquier substancia. Siento que algo está por suceder.

(Aquí el manuscrito se hace ilegible)

viernes, 22 de julio de 2011

martes, 19 de julio de 2011

Argumento

Primer plano a las manos de un arquero (no, de los de futbol no, de los de arco y flecha). Planos sucesivos a los pies en el barro, al arco, al carcaj, al casco, finalmente al rostro.

Primeros planos muestran el proceso de tomar una flecha, colocarla en el arco, tensar la cuerda. La punta de la flecha, que tiene grabado un escudo de armas, casi roza la madera del arco y se adivina la tensión de la cuerda.

El rostro del arquero, alienado con el arco, apunta hacia un blanco fuera de cuadro y dispara.

La flecha (siempre en planos cortos) viaja durante varios cuadros, primero se eleva y luego comienza a descender.

De repente se clava profundamente en la espalda de un soldado. La cámara gira y lo toma de frente: es el mismo arquero. Primer plano al rostro. Mira su propio escudo grabado en la punta que sobresale de su pecho y muestra sorpresa y desolación.

El arquero muere.

martes, 12 de julio de 2011

Con el perdón de Freud

Tu ciencia, hoy, es un fraude.

Algún día te verán como hoy vemos a los médicos de la edad obscura.

Tu barba y tus silencios, tus burdos balbuceos, serán para mis nietos lo que las sangrías del medioevo y las trepanaciones de los Mayas son hoy para mí.

Mientras tanto, con la soberbia de quién prescribía la cicuta, seguirás ejercitando tus torpes conjuros sobre la pobre gente desesperada.

Pero te digo: así como el universo se expande, también el infierno se dilata; y ya hay un lugar especialmente destinado a los que, como vos, abusan de la confianza y la debilidad de sus pacientes, y  los invitan a aferrarse a una soga que no está atada a nada.

Y desde mi propio infierno te veré, con tu calma bovina y tu barbita en llamas, tratando de convencer al mismo diablo de que su ira proviene de su niñez, que sólo trata de llamar la atención, y que a quien trata de castigar es, en realidad, a su propio padre.


lunes, 11 de julio de 2011

Cuesta abajo

Así como el obeso se repite todos los domingos que el lunes que va a empezar la dieta, y nunca lo hace; así como el alcohólico jura y perjura cada día que mañana dejará de tomar; así como el jugador se promete "me recupero y no juego más"; así ando yo por la vida.

No tomo, no soy obeso y no juego (puta que soy un buen partido!), pero tengo el mismo problema que la mayoría de la humanidad: no puedo manejar mis conflictos.

Explico: a veces, cuando uno enfrenta un problema, toma la mejor decisión que se le ocurre y sigue adelante. O sea: tenés un auto y no lo podes mantener, entonces vendes el auto y desde ese momento viajas en bondi. O decidis que no querés vender el auto y achicas otros gastos para seguir teniendolo; o cualquier otra opción que te parezca válida. Ahí hay tristeza, hay pérdida, pero no hay conflicto.

El conflicto aparece cuando uno no puede decidirse por ninguna opción. Uno sabe que no puede bancar el auto, sabe que no quiere o no puede reducir otros gastos, pero no quiere venderlo y esta situación sin solución lo desgasta y empieza a malvivir.

Gasta con culpa, usa el auto con culpa, se endeuda, no paga el seguro, maneja con miedo...

Entonces empieza a soñar con que las cosas deberían ser de otra forma, se enoja con su jefe, con el gobierno y con Dios, se enferma y se muere.

Preferiría tener cien problemas a un conflicto, pero tengo cien problemas Y un conflicto.


PD. Lo del auto es una metáfora.


miércoles, 6 de julio de 2011

Los políticos y yo

Los políticos son pequeños, peludos y suaves; tan blandos por fuera, que se diría que son todos de algodón, que no llevan huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.