viernes, 17 de julio de 2009

Quando eu me lembro da minha bela mocidade...


Fue una época mágica. En un tiempo que casi no fluía, me tocó ser Anibal contra Roma, y romano contra los bárbaros. Me escondí con mis amigos en un bosque de Inglaterra y aprendí lo que es ser temerario y leal en las selvas de Borneo o lanzándome al abordaje desde un prao frente a las costas de Labuan.

Busqué cofres repletos de doblones de oro en arenas blancas como la sal y fui sanguinario bajo los colores de una bandera pirata; fui correo del Zar y supe lo que es el sacrificio y el amor a la patria.

Supe como un hombre llora a un hijo el día en que partió como guerrero hacia el Gran Consejo de mi pueblo, dejándome como el último de mi raza; y conocí la locura persiguiendo a una ballena blanca, que era el Mal y era mi destino, por todos los mares del sur.

El tiempo y mi memoria habrán ido realzando unos detalles en desmedro de otros y hoy no podría decir si realmente era feliz, aunque así lo dice mi nostalgia. Algunas versiones de nuestro pasado son tan cómodas como zapatillas viejas.

Cada tanto aún me encuentro caminando en esas playas y esos bosques, distintos pero iguales, más sosegado.

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