viernes, 3 de julio de 2009

Sociología barata... (baratísima)...


. La señora piensa que en los colectivos se viaja como ganado y mira de reojo al conductor pensando que va a arrancar antes de que termine de bajar. No sabe ni le importa que ese bondi sea más cómodo, rápido y seguro que el carruaje de Luis XV.

. El pibe que ayuda al verdulero de la feria de plaza Irlanda a acomodar los cajones de fruta, putea mientras acomoda compulsivamente su jopo, porque en el hospital lo hicieron esperar una hora antes de atenderlo. No lo consuela saber que tiene un servicio médico mejor que el que tuvo Elvis -el rey del jopo- hace sólo unas décadas.

. Mi sobrina de 11 años tiene hoy un celular mejor y más completo que el que tenia Bill Gates hace tan sólo 5 años.

Y sin embargo...

. La señora se siente infeliz y relegada, porque tiene que viajar incómoda mientras su nuera viaja como una señora en el auto nuevo de su hijo.

. El pibe se siente humillado, porque tiene que ir al hospital público y lo tratan como a un pordiosero.

. Mi sobrina se siente frustrada, porque la cámara de su celular no tiene suficientes megapíxeles.

No puedo resistir la tentación de ser explícito: no importa NADA si tu auto tiene levantavidrios en las cuatro puertas, si tenes auto, o si tenes piernas... (me fui al carajo, las piernas SI importan)...
No estoy haciendo una justificación gorila de la pobreza ni estoy ensayando una oda al conformismo. Tal vez sólo estoy haciendo una crítica al consumismo que usa el inconformismo, la moda y la obsolescencia como herramientas de marketing. Con los años hemos aprendido que, para venderle ropa a los indios, primero hay que hacerlos sentir vergüenza de su desnudez...


PD. Mi sobrina es divina.

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