domingo, 5 de julio de 2009

Hoy, mientras caminaba por la calle, por algún motivo me descubrí pensando en la Anabasis, libro que no he leído en años. Pensando en que ningún hecho está aislado, traté de encontrar alguna relación con los hechos recientes y por supuesto, instantáneamente encontré el más evidente: el regreso al hogar. Jenofonte y yo, los dos regresando de realidades distintas a hogares distintos, pero los dos teniendo que sortear dudas y peligros. Por supuesto la comparación resulta presuntuosa, pero los que tenemos vidas pequeñas necesitamos darle grandes significados a las cosas pequeñas.

Pensé también en la Odisea y el tema recurrente: el retorno al hogar. Distinta época, distinto estilo, distinto género pero el mismo tema.

No habrá historiadores que sigan nuestras vicisitudes, no habrá crónicas de nuestros triunfos y nadie más que nosotros llorará nuestras derrotas ni se avergonzará de nuestras miserias, pero nuestra "vuelta al hogar" abundará siempre en Cirses y Calipsos, en Artajerjes y Ciros. Tampoco nos desmerece que nuestro destino último no se llame Atenas o Itaca ni que sus playas no sean bañadas por las aguas del egeo: el perro de Ulises no es más perro que mi caniche, aunque sea toy y probablemente no me quiere menos.

Por último quiero decir que la idea de "vuelta al hogar" prefigura muchas cosas: la existencia de un hogar, palabra que resuena a cálido y acogedor (siempre que escucho esa palabra me figuro una chimenea con leños encendidos en la penumbra, aunque nunca tuve una), prefigura también un sentido trascendental a nuestras peripecias (lo que para uno es el hogar, para muchos es la patria), y para aquellos que somos cobardes, la idea de retorno tiene algo profundamente tranquilizador.

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