sábado, 25 de julio de 2009

La elección del amor...

Levantó la vista y la vio entre toda la gente. No hizo falta ni un segundo para que la notara. No la había visto nunca, pero en los primeros cinco segundos ya había apreciado todo lo que necesitaba; el resto sería simplemente confirmar lo que ya sabia.
Ella estaba sentada, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante y una mano rozándole la frente. Estaba leyendo y el supo en el acto que sería un libro interesante. Su semblante reflejaba concentración y tranquilidad.
Tenía el cabello negro, de un negro no demasiado intenso. Era largo y algo desordenado, y enmarcaba de forma impecable ese rostro pálido y sereno. Su ropa era obscura, tal vez negra.
Sus labios eran de un rosa amarronado y en toda ella los colores estaban como lavados. Parecía pintada en acuarela, pero estaba perfectamente delineada.
No necesitó verla de pié para saber cómo sería su cuerpo. Un poquito más alta que la media, su cuello y manos delicados, sus senos suaves y tibios, la forma de sus caderas. Supo cómo se vería recién levantada y cómo reiría, supo que sería callada y no demandante pero sí firme en sus convicciones.
Pensó que, si él se acercara a hablarle, ella reaccionaría con naturalidad, sin histeria ni enojo.
...
Entonces recordó que era casado, que tenía cinco hijos, y que nadie -ni siquiera ella- justificaba el poner en riesgo a su familia...

1 comentario:

  1. Ni una palabra de más tiene ésto.

    Pasa lo que tiene que pasar en todo buen relato. Uno se olvida que está leyendo, e imagina "vive" de alguna manera ésto.

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