miércoles, 6 de octubre de 2010

Dame tu miel

Hace algunos millones de años, las abejas eran radicalmente diferentes de como las conocemos. No vivían en colmenas, sino que formaban parejas -generalmente de por vida- y criaban a su descendencia entre ambos, en pequeños nidos individuales.

Los machos de la especie habían desarrollado una variedad de hábitos y habilidades -entre ellas el canto, la pintura y un modo rudimentario de poesía; que desplegaban en los rituales de cortejo. Por su parte las hembras habían desarrollado diversas conductas tendientes a atraer a los machos más aptos.

Paulatinamente, estas uniones comenzaron a hacerse más efímeras. Primero, sólo unas pocas de estas parejas se rompían, luego algunas más, hasta que finalmente las uniones duraban casi lo mismo que el ritual de apareamiento. Lentamente, la estructura misma de la sociedad apícola cambió radicalmente.

Al ser insectos sociables, otra clase de uniones comenzaron a tomar más importancia; fundamentalmente relaciones de cooperación y lazos de sangre. Parece ser que finalmente la baja tolerancia a la frustración y la menguante capacidad de compromiso terminó por banalizar incluso esas relaciones.

Dado que las crías quedaban normalmente al cuidado de las hembras, los machos fueron perdiendo la capacidad de atenderlas y, liberados de esa carga, se fueron volviendo redundantes. Por su parte las hembras fueron formando comunidades más grandes para compartir la crianza y defensa de su prole, especializándose a su vez, paulatinamente, en las distintas tareas de recolección, defensa y procreación.

Las habilidades involucradas en el cortejo, que habían sido perfeccionadas durante miles de años, finalmente se perdieron. La energía que antiguamente se destinaba a los rituales de apareamiento, canalizada ahora hacia el bienestar de este matriarcado, les permitió alcanzar el éxito y afianzar el modelo.

Los zánganos, ignorantes de su pasado glorioso, se limitan a tontear y fantasean con resultar elegidos para servir a la reina.


3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Jajaja!! que bueno esto, pobres zanganos a lo que quedaron reducidos! Fantastica exposicion.
    Criar a la prole es dificil, trabajar y llevar adelante la colmena es complicado, se necesita ayuda, y por otro lado tengo entendido que los machos de cualquier especie en ocasiones hacen abandonos brutales y no vuelven ni para mirar atras. Entonces, si no tienen capacidad de compromiso es logico que queden boyando por ahi. Para la abeja hembra y para todas, como tambien para Francella, lo primero es la familia!
    Ahora, otro delirio: los objetos y las relaciones humanas se reflejan. Ejemplo: cuanto mas descartables son los objetos y aparatos, más efimeras son las relaciones humanas.
    Hmmm... que dia tuve hoy!
    Besos. Buenas noches.

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  3. Muy cierta tu apreciación. Creo que en el fondo de nuestros cerebritos, muchas veces el otro no es más que un objeto. Entonces es natural que nuestras relaciones con las personas y con los objetos se parezcan.

    Besos.

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