Si muevo el peón de dama defiendo a mi alfil, pero desprotejo al rey.
Si tomo peón por peón muestro decisión, pero tal vez me proponga reina por reina. No me gusta jugar sin reina.
Miro el tablero absorto. Analizo cada alternativa. Busco una posible trampa, algo que lo distraiga y me de la ventaja. Trato de anticipar posibles respuestas.
Y de repente todo me parece ajeno. Ya no estoy en el partido, ya no le encuentro sentido al juego. Me toca mover? Tengo las negras o las blancas? Qué hago acá? Quién es el otro y qué hace acá? Qué me importa ganarle o que me gane?
Una leve náusea me empieza a invadir y pienso que todo tiene al menos dos lados, y que es tan caprichoso defender a uno como al otro.
Es inútil.
Estamos en Guayaquil y otra vez me toca ser San Martín. Ahora lo se: nunca seré Bolivar.
despues de pensar algunas probabilidades, te arriesgas, que tanto podes perder?
ResponderEliminarNo te olvides de las probabilidades y estadísticas! 50% y 50%, suficiente porcentaje para generar motivación! jaja
ResponderEliminarQue las estrategias de juego queden en el ajedrez... la vida es para vivirla!
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