miércoles, 17 de marzo de 2010

Reflexiones neurótico-nostálgicas

Cuando era chico, podía quitar las manos del manubrio.
¿Por qué ya no?

¿Por qué pienso tanto en la muerte?
¿Le tendré miedo a la vida?

A partir de cierta edad, uno ya sabe qué le hace bien y qué le hace mal.
¿Por qué insistir?

Hace años que no veo un amanecer, y en este tiempo,
mi corazón se fue haciendo de piedra.

4 comentarios:

  1. Nótese que Nata anda de ociosa hoy.
    Pues, Dani, dicen que quien más capacidad tiene para hacer el mal es quien más capacidad tiene para hacer el bien. Tal vez parezco buena porque soy mala. O algo.

    Pues... bueno, corazón de piedra no tienes. Para mí lo que sucede es que la experiencia te regala un poquito de sabiduría, pero te quita un poquito de sensibilidad. Una por otra. Seguramente es lo justo, claro, cuando no eres consciente de lo que sucede. Pero ya que lo eres, ¿no vale la pena recuperar un poquito de corazón?

    Hoy estoy demente. Me parece que a la que no hay que hacer mucho caso es a mí.

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  2. Yo tengo exactamente ese mismo miedo, que se me endurezca el corazón.

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  3. Al final siempre llego a la conclusión de que hay que ser sabio.
    Uno quiere un corazón sensible para disfrutar lo lindo y un corazón duro para que lo feo no te lastime tanto.
    ¿Se puede tener un corazón que haga ambas cosas? Seguramente sí, pero para eso hay que ser sabio.

    Y entonces, cómo hacemos?

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  4. Vivimos.
    Tratando de sacarle el mayor provecho a lo que nos toca, y de aprender de la experiencia.

    PD. Si practicas sacar las manos del manubrio seguro te vuelve a salir jaja los chicos tienen menos miedos, y entienden que un tropezón no es caída, y que un raspón en la rodilla es algo plenamente superficial.

    Te recomiendo ver un amanecer. Es muy lindo...

    Beso grande!

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