Uno puede cambiar. Puede mejorar o empeorar. Si no fuera así, no servirían de nada tantas horas, días y meses tratando de desentrañar ese interminable pensamiento que forma mi realidad.
Uno no puede cambiar al otro, o para fines prácticos conviene plantearlo asi. Uno sólo puede modificarse a sí mismo y no hay excusa para no tratar de hacerlo.
Mi tontería hace imprescindible la constante repetición: años de transitar las mismas sendas hacen huellas de las que no se sale sin esfuerzo.
El placer y el dolor, la felicidad y el sufrimiento están en la mente.
Creerse el peor de todos no es menos soberbio que creerse el mejor de todos.
El otro es un 5% el otro y un 95% nosotros (o sea, lo que nosotros ponemos en el otro).
Cuando hablamos de otro decimos más de nosotros que de el otro.
Nuestro peor enemigo suele ser nuestra seguridad, o nuestra falta de seguridad.
El resentimiento y el rencor nos matan desde adentro.
El deseo no da derechos.
A veces, el que piensa mal no acierta.
Mejor que ser justo es ser bueno.
Tengo que clavarme un flan mixto al menos una vez por semana.
Y por sobre todas las cosas: un hombre tiene el tamaño de lo que lo molesta.
Son reflexiones profundas y con vos mismo, por lo tanto no se si debiera agregar algo, pero me resultan interesantisimas. Y lo del flan, tambien adhiero.
ResponderEliminarBesos.
"Tengo que clavarme un flan mixto al menos una vez por semana"
ResponderEliminarjajajajaj