No hay golpe más duro para el ego que reconocer que uno no tiene nada de especial. Y creanme, en un mundo de seis mil millones de habitantes; uno no tiene nada de especial.
Ahora bien, superado el golpe, debe ser muy relajante saber que uno no tiene por qué serlo.
Digo.
Muy bueno! Muy bueno!
ResponderEliminarLo cierto es que nadie es mejor, ni peor ni igual a nadie mas.
Somos todos distintos.
El problema no son las etiquetas sino los juicios de valor.
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