viernes, 27 de noviembre de 2009

Luna Nueva (a Bella sólo le falta enamorarse de Frankenstein)

Como comenté en la entrada anterior, ayer fui a ver Luna Nueva y hoy me desperté con aires de crítico de cine, así que ahi voy:

La película es entretenida, esta bien filmada, tiene ritmo y en definitiva me gustó (salvo una escena muy corta en que aparecen los dos corriendo en el bosque con cara de nabos, que me resultó bochornosa, pero no pasa de ser un detalle). Ahora bien, tomando en cuenta la enoooorme repercusión que tiene esta saga en el público femenino (adolescente y no tanto), creo oportuno hacer un par de reflexiones más profundas.

Toda la saga gira es una gran historia de amor, o la historia de un gran amor. Un amor, como el que plantea la historia, que justifica la vida de ambos protagonistas y sin el cual la todo lo demás carece por completo de sentido. Un amor con roles bien establecidos: él es una especie de superhéroe protector y ella una muchacha desvalida y vulnerable. El la protege y la salva constantemente (y lo mismo hace su rival, el chico-lobo).

La adolescencia y el amor son terrenos muy propensos a la exageración y a la idealización, y de eso se trata la película. La idea de el amor y la muerte tienen en estas historias la misma categoría de absoluto. El amor dependiente ("sin tí la vida no tiene sentido") pone en el otro -y en la relación- una carga que, en la realidad, nadie puede sobrellevar con éxito.

Esa visión está muy generalizada en las mujeres, sobre todo las adolescentes: aparecerá un hombre (príncipe azul) que le dará sentido a mi vida y me hará feliz. Imagínense la responsabilidad del pobre tipo que aparece, lleno de dudas y de problemas como todo el mundo!

Contrapongo a esta idea, la de un amor diferente y con más probabilidades de éxito: una persona razonablemente felíz e independiente, conoce a otra con iguales características y ambos deciden completarse y complementarse para estar aún mejor (puedo vivir sin vos, pero te amo y te elijo para que ambos seamos más felices)

Resulta casi inevitable amar a alguien que es indestructible, totalmente bueno, lindo, valiente, velóz e inteligente; lo difícil es encontrarlo. Y si se diera el milagro, lo difícil sería que ese ser perfecto se enamorara de alguien que no lo es.

En la vida real, el vampiro puede ser un cantante, un actor, un deportista, un millonario o cualquier figura pública y famosa que pueda ocupar ese papel de príncipe azul y aparecer para darle sentido a la vida de una chica del montón, viendo en ella cualidades que sin duda tiene, pero nadie más aprecia.

En fin, chicas: disfruten de la película, pero cuando salgan del cine traten de ser lo más felices que puedan y no esperen que alguien venga a darle sentido a sus vidas. Lamentablemente eso lo tienen que hacer ustedes, y una vez que tengan una vida razonablemente interesante que compartir, busquense un humano igualmente interesante para disfrutar con el. Humanos hay un montón.


Besos


3 comentarios:

  1. Tienes toda la razón en eso. Al principio -sí, sí, sí, que soy una niñata pero también me sucedió así- no esperaba más que un vampiro seductor con ciento nueve años, maduro y super sabio, que viniera a salvarme de un mar de cosas.
    Luego me estrellé al darme cuenta de que mi vampiro era un simple humano, quizá bastante inteligente, pero no super sabio, ni nada por el estilo, ni super fuerte, ni brillante. No.
    Me parece que hay chicas que siguen esperando que sus padres se divorcien para poder ser Isabella Swan, y aunque soy loca por Crepúsculo, me parece una concepción bastante poco razonable.

    Se notó el presupuesto de la película, en relación con la primera adaptación.

    Beso.

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  2. Mirá vos!

    Tan chiquita y ya tuviste a tu vampiro!

    Igual, todavía te falta el hombre lobo.

    Un beso.

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  3. Hay sabios salvadores. El tema es que nadie quiere ser salvado.

    Quieren sacarse el fardo de problemas sin modificar la actitud que los genero en primer lugar.

    Por eso los sabios con esa gente pasan de largo.

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