He visto varios documentales sobre las migraciones de los ñus en la sabana africana. Centenares de miles -tal vez millones- de animales moviéndose juntos, utilizando una de las estrategias más difundidas en la naturaleza para defenderse de los depredadores. El número otorga protección. En la naturaleza, el que se aparta de la manada tiene pocas perspectivas de sobrevivir y, por supuesto, de procrear.
Si un león persigue a un ñu, este debe necesariamente correr más rápido que su perseguidor. Si en cambio, un león persigue a una manada, simplemente alcanza con no ser el último.
Esta estrategia es utilizada incluso por muchos depredadores, lo cual incrementa sus chances de cazar, procrearse, defenderse y proteger a sus crías.
Con esa tendencia que tenemos a proyectar nuestros modelos "interpretando" la realidad, uno podría suponer que la manada es una gran familia. No lo es.
En una manada, los más débiles aseguran (al transformarse primero en el plato principal) la supervivencia de los más fuertes y ningún miembro se preocupa más que por si mismo o sus crías.
Una manada bien constituída cuenta con miembros fuertes, que guían al resto hacia los pastos tiernos y el agua; y con miembros débiles, que alimentarán a los depredadores salvaguardando al resto de la manada.
Una familia, por el contrario, protege a los más débiles, los cuales no son sacrificados por el bienestar de los más fuertes. La familia defiende a todos sus miembros y no sigue rumiando mientras se almuerzan al abuelo.
Ahora, miren alrededor y piensen en sus compañeros, en su familia y en su grupo de amigos. ¿Qué ven?
Igual, está todo bien...
Es una reflexión bastante interesante, comenzando porque desde pequeños nos comparamos con la naturaleza y los animales en cualquier aspecto, como demostrando la existencia de un mundo sin diferencias, bastante repetitivo. Creo que yo jugaba a mamá leona, ja, ja, ja. Esperemos que los niños no intenten cenar al abuelo.
ResponderEliminarQue por lo menos jueguen un rato con el abuelo, antes de cenarcelo!
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