Antiguamente, en estas tierras, algunos aborígenes supieron tener la curiosa costumbre (y el derecho) de comerse a sus mujeres cuando la convivencia comenzaba a resultarles molesta.
Sin dudas esta costumbre funcionaría como un buen estímulo, y no es imposible suponer que incluso habrá llegado a aplicarse en raras ocasiones.
Es inevitable imaginar que los más sabios de la tribu habrán decidido aplicarla tempranamente, con lo cual habrán evitado malos ratos y, al almorzarse a su amada, habrán podido llevar la fusión hasta un punto que hoy resultaría inalcanzable.
¿Cómo y por qué se perdió esta costumbre? Es difícil imaginarlo, ya que el tiempo y la errónea decisión de delegar la educación en las manos equivocadas han borrado cualquier indicio.
Hoy sólo podemos rememorar con admiración a esos santos varones que supieron llevar el amor hasta tal extremo, al tiempo que evitaban tener que dar tantas explicaciones cada vez que querían salir con los muchachos.
a mi ya me hubiesen comido hace rato
ResponderEliminar"¿Cómo y por qué se perdió esta costumbre?" JAJAJAJAAAAA!
ResponderEliminarYo no tendria problemas que mi amorcito saliera si a él no le molestara que salga yo.
Igual, creo que en algunas zonas (no de este pais) se lleva a cabo todavia esta agradable practica... muy ocultamente, por cierto. Lo que sí esta de ultima moda es quemar con alcohol y acuchillar cuando la relacion no la dio por terminada el varon.
Ahh! l'amour, l'amour...
yo paso, leo y me quedo calladita calladita.
ResponderEliminarEtereo Desliz: en tu caso la disyuntiva "pata o pechuga" tendría fácil solución.
ResponderEliminarCaro: Te cela porque te quiere, no porque sea egoista o retrógrado. :)
Lo del alcohol me parece un desperdicio.
Pau: siempre sos bienvenida, estés calladita o a los gritos.