Todas nuestras razones, todas nuestras verdades, todos los sólidos motivos que respaldan y explican cada uno de nuestros actos frente al otro, pueden tener la contundencia de la ley mosaica.
Pero tienen un punto débil insuperable: la voluntad del otro de escucharnos.
¿Se le puede seguir reclamando a alguien que te mira desde la puerta con las valijas en la mano?
A veces la razón vale lo mismo que una entrada de cine de ayer.
Que dificil es todo, ayy... son muy complicadas las relaciones humanas, yo no puedo mas, hoy quiero matarme, quiero explotar en este instante... que dia de m...
ResponderEliminarPerdon Daniel, parece que vine aca a amargarte, pero no; es que justo el tema que tocaste me dio el pie.
Besos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExacto. Y cuando tenemos alguien en la puerta con las manos ocupadas y la firme decisión de irse... ¿qué nos queda? Llorar un montón de palancas... sentirnos vacíos, retornar al pasado, escapar y morir.
ResponderEliminarSi tienes una secuencia mejor que la que he propuesto, por favor compártemela. Preferiblemente con explicación y detalle de pasos. Y un nuevo hombre endosado, si quieres.
-Siento el comentario eliminado. Culpo a las 20:43 pm... y al insomnio.-
Caro lina, lamento lo de tu día. A veces pienso que cuando algo es tan difícil es porque hay algo que no entendemos, y no lo entendemos porque no podemos zafar del ego y movernos un poquito para ver cómo se ve desde otro lado. Otras veces simplemente pienso que soy demasiado pelotudo.
ResponderEliminarCaro Pé: Yeah! Yeah! A Pepé!
Nata: casi cualquier cosa que se me ocurra suena mejor que la secuencia que propones. Pero por un rato es lindo sentirse desdichado.
El precio de la razón es una coima o no?
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