viernes, 2 de octubre de 2009

La pollera, cinco centímetros abajo de la rodilla...

En cada época de mi vida hubo unas pocas cosas por las que viví. En varias esa razón fue una mujer, en otras un trabajo, en otras mi familia, en otras cosas más triviales. A veces eso por lo que vivia me hacía feliz, a veces no. Hubo mujeres que fueron mi combustible, primero en forma de amor y luego en forma de dolor (a veces un amor corto y un dolor largo).
Durante algunos períodos simplemente viví, sin ningún motivo en particular, a la espera de mejores tiempos.
En la vida uno va perdiendo algunas cosas y ganando otras. Con el paso del tiempo uno va ejercitando más la memoria que la esperanza, con lo cual la añoranza va ganando terreno, a costa del entusiasmo.
Supongo que la vida se acaba cuando a uno ya no le entusiasma nada, o cuando empieza a sentir que los verbos que más utiliza se conjugan en tiempo pasado. Simple.
Pero para eso todavía falta...

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