martes, 19 de mayo de 2009

Empieza el frio...


Las personas que aprecian a las aves, suelen hacerlo por lo que tienen de inmaterial, de delicado, frágil y cálido milagro. Algunos otros aprecian la cualidad acerada e inhumana de unos ojos implacables y unas garras que no conocen el perdón. Otros envidian la majestuosidad de su vuelo y la elegancia de sus evoluciones.


En cualquier caso, quienes aprecian a las aves tienen desde siempre diversas vías de realización: enjaularlas ha demostrado no ser una mala opción. Admirarlas desde lejos, tratando de no perturbarlas, suele ser la elección de los más considerados. Hay quienes optan por las aves de corral, pero el camino que las aleja del huevo las aleja igualmente de su “avitud”.


Mucho se ha escrito sobre las aves, y mucho se escribirá; para el placer de algunos y el desconocimiento de muchos. Pero tanto la escritura como la lectura, tanto las jaulas como los prismáticos, sólo tienen sentido para quienes –como nosotros- se encuentran atados a la tierra.

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