Hiromi Kawakami es japonesa y es mujer.
Tal vez por eso es capaz de plasmar esa sensibilidad de su pueblo y de su sexo en unas historias sencillas y profundas, llenas de sabores y de climas; una mezcla de ternura y distancia que me resulta muy seductora.
Sus personajes, pincelados apenas y más adivinados que vistos, son como tenues acuarelas y resultan profundamente humanos.
Cuando alguien te cuenta una historia, crea un mundo. En el mundo de Hiromi Kawakami yo viviría sin pensarlo.