Es en nuestra mente, esa que nos salva y nos condena; donde somos lo que somos.
No hay territorio menos explorado ni selva habitada por criaturas más misteriosas.
Nada hay fuera de la mente.
Nada.
Vos?
Nah, vos tampoco.
Es en nuestra mente, esa que nos salva y nos condena; donde somos lo que somos.
No hay territorio menos explorado ni selva habitada por criaturas más misteriosas.
Nada hay fuera de la mente.
Nada.
Vos?
Nah, vos tampoco.
Las palabras, la relación entre ellas, los términos que elegimos, dicen a veces mucho más que lo que queremos decir.
Cada idioma esconde en su misma estructura miles de historias.
Por qué, en el lento desarrollo de nuestra lengua, no se creó un término apropiado para diferenciar el sueño de los sueños?
Tal vez esa palabra existe y no la recuerdo? Tal vez existió y cayó en el olvido? Será que asociamos ideales con cansancio?
Sin embargo, sí tenemos una palabra exclusiva para identificar un sueño malo: PESADILLA.
Tal vez en esto se esconda la pista de una gran verdad. Probablemente no.
En fin, me dió sueño...
Se llamaba Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto. Con ese nombre, verdulero no podía ser, pero casi...
Fue emperador romano durante veinte años, hasta el 305 después de Cristo. Persiguió a los cristianos de forma implacable, estabilizó un imperio que ya estaba indefectiblemente en la pendiente, aseguró las fronteras; hasta creó el primer plan de precios máximos para tratar de frenar la inflación (es en serio!) y por supuesto falló.
En 305, cansado, abdicó al trono (fue el primero que no se fue con los pies para adelante), se retiró a una finca en su tierra natal (actual Croacia) para cultivar coles. Y luego de regentear el mundo durante dos décadas, allí murió.
Inevitable pensar en la escena de la muerte de don Corleone en su jardín.
Cuentan que, debido al caos que comenzó a resurgir luego de su retiro, su sucesor lo llamó pidiendo ayuda. El habría contestado algo así como "sólo alguien que no vió la lozanía con que crecen las coles en mi huerto puede pedirme que vuelva".
Quién sabe, tal vez habría que fomentar las clases de jardinería entre nuestros políticos...
La palabra crea realidad.
La palabra escrita crea realidad, y la preserva y la difunde.
La palabra cantada despierta sentimientos.
La palabra susurrada genera intimidad.
La palabra gritada crea violencia.
La palabra callada crea potencia, o impotencia.
Somos porque hablamos?
Somos lo que hablamos?
Es cualquier palabra superior a cualquier silencio?
En todo caso, shhhh....
Existe en la naturaleza una relación -económica- entre la cantidad de integrantes de una camada y el esfuerzo que los padres invierten en el cuidado de cada uno de ellos.
Ejemplos:
Nada "debe ser" de una determinada forma. No importa lo que los demás crean o digan. No hay reglas universales, no hay deseos universales.
La mayor parte del tiempo, uno vive como si esto no fuera cierto. Pero puede suceder que excepcionalmente se rasgue el velo, y uno pueda entrever la realidad. La realidad sin reglas, sin intencionalidades, sin interpretaciones. Una realidad que ignora no ya nuestra voluntad o deseo, sino a toda nuestra especie, a las especies que nos precedieron, y todo lo que ha recibido un nombre.
Esa realidad es tan inmensa, tan contundente e incontrastable que todas nuestras creencias y nuestros miedos se vaporizan al instante.
Y uno entiende todo. Y ese todo es tan colosal que no puede caber en nuestra pobre existencia ni por una fracción de segundo. Cuando te pega el rayo te carboniza.
Y entonces uno se suena los mocos y sigue viviendo su vida de siempre, a lo sumo con la efímera y endeble sensación de haber espiado a dios...
Yo se que no lo van a creer, pero hay gente que pone pasas de uva en el relleno de las empanadas de carne.
Lo juro. Yo los vi!
Esa gente vota, y su voto vale lo mismo que el de la gente normal.
Shockeados?
Están disimulados entre nosotros.
Pueden ser el carnicero, el pediatra o la vecina de enfrente.
Agazapados, gozando de nuestra tierra y minando en silencio nuestros valores más sagrados.
Y vos te preocupás por la pandemia?
En algún momento, por diversas razones que no viene al caso mencionar, se puso muy de moda no seguir a la moda.