Ayer, el calor y la lluvia no me dejaban dormir y me quedé sentado sólo hasta casi la madrugada en una silla de la cocina, en completa obscuridad.
A eso de las cuatro, me toco presenciar una escena que cambiará mi mundo para siempre. No hay forma de preparar al lector para la verdad que está a punto de conocer, así que me limitaré a narrar los hechos lo más escuetamente posible.
Yo había entrado en un estado de semi ensoñación, cuando de repente me percaté de que la puerta de la heladera estaba abierta de par en par. Su débil luz me mostró el perfil de dos frutas -una banana y una manzana- que, desde la penumbra, contemplaban el interior de la heladera.
Aún no había terminado de interpretar la escena que se desarrollaba frente a mis ojos cuando, para mi estupor, se desarrolló el siguiente diálogo:
- "Aún no puedo creerlo. ¿Qué monstruo haría algo así?", exclamó con apenas un hilo de voz la banana
- "Hay que estar muy enfermo para hacer ESTO!", contestó la manzana
- "Si existe un Dios, se lo hará pagar!"
El terror me tenía atenazado a mi silla y sólo recuerdo que trataba de respirar sin hacer el menor ruido para no ser descubierto. Presa del pánico más atroz, y consciente de estar presenciando una escena prohibida, cerré los ojos un momento. Cuando los volví a abrir, la heladera estaba cerrada y todas las frutas descansaban, como siempre, en la frutera.
Me quedé inmóvil en la misma posición hasta el alba. Durante esas horas, que me parecieron interminables, me repetí cientos de veces: "nunca más hago una ensalada de frutas!"
ajá.
ResponderEliminarVes, ojo.
estaban muy calientes las Quilmes Stout?
.Prefiero la muerte antes que una quilmes!
ResponderEliminar.Ah, no hay otra marca?
.Bueno, dame una quilmes bien fría...
Linda foto, Rubia.
Que frutas atrevidas al interrumpir el silencio de la noche!
ResponderEliminarWau! Qué cosas que le pasan a usté!
ResponderEliminarBeyond: ya les hice pagar el atrevimiento!
ResponderEliminarCaro Pé: viste? Cualquiera pensaría que exagero, pero es la pura verdad!