Ella:
Entonces, a través de la bruma del café, vi su mirada. Y era más fría y más afilada que la daga que, como supe un momento después, escondía entre los pliegues de su ropa.
* * *
El:
Y entonces, apenas disimulando, miró la hora. Y entendí. Yo estaba retorciéndome de dolor, pero para ella todo esto no era más que un trámite. Una mal momento que había que atravesar lo más pronto posible.
Hola Dany!!
ResponderEliminarAveces los gestos, miradas o actitudes lo dicen todo, sin que hicieran falta palabras ni justificaciones.
Creo que en tu relato se veia venir el desenlace de esta historia, tal vez literal.
Te mando un beso.