miércoles, 22 de diciembre de 2010

A veces me pongo de taaan mal humor!

El que haya tratado de construir un bote con palitos de helado y plasticola, puede imaginar bastante bien cómo me siento.

A veces uno trata de equilibrar la pata de la mesa que se tambalea con una servilleta doblada en ocho, y esa servilleta lo acompañará durante años. Uno sabe que la puerta del horno no cierra bien, y entonces la traba con una cuchara de madera cada vez que lo usa; el equipo de música no anda y uno escucha música en el reproductor de dvd, el cable de la antena no hace buen contacto en la tele y uno lo pega con cinta scotch.

Algunas relaciones no escapan a este sentimiento y van sosteniéndose cada vez más en las críticas, los pequeños rencores se fortalecen, aparecen temas de los que no se puede hablar, uno termina aceptando situaciones con las que no está de acuerdo sin poder eliminar la cuota de resentimiento que va creciendo.

Uno sabe que las cosas se hacen de otro modo, pero trata de arreglarse con lo que tiene. Y así, todas las cosas van tiñiéndose de precariedad. Una precariedad que a veces no es tan visible, pero que uno percibe cada vez que respira.

Nada está demasiado desajustado, pero nada encaja del todo.

Y la fantasía entonces proyecta en los demás esos encastres perfectos, uno idealiza a otros y se denigra. Uno termina viviendo una vida sin demasiadas pretensiones, sintiendo que todo está atado con alambre, que nada es totalmente como debería ser.

Sin embargo, nos resulta imposible prescindir de una vanidad tonta que se empecina en ubicarnos en el lugar del que sabe cómo deben ser las cosas. No podemos evitar la crítica y agradecer nos cuesta tanto como disfrutar.

Como el pez que, luchando por liberarse de la red, no hace más que terminar de enredarse; vamos adentrándonos cada vez más en un mundo que no nos satisface.

Entonces nos enfermamos y morimos.


4 comentarios:

  1. "Una precariedad que a veces no es tan visible, pero que uno percibe cada vez que respira."

    Beso Daniel!

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  2. Ah! la historia de mi vida, pense que mi "caso" era original.
    Que el desaliento no nos gane, la insatisfaccion es permanente en el ser humano; hay una incomodidad persistente, aunque en cada individuo es diferente.
    Nunca estamos del todo satisfechos con lo que tenemos, pero tambien hay que pensar que todo puede empeorar en el futuro y seguramente lo hara.

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  3. Caro Pé: ya traté dejar de respirar para no sentirla, pero me parece que es peor.

    Carolina: aunque uno se queje de su suerte, está más que claro que uno se acuesta en la cama que tiende. A veces, cuando siento esa incomodidad persistente me pregunto: ¿no será que me aprietan los zapatos? Pero no, ya probé con otros y es lo mismo.

    Dos besos navideños.

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  4. Dani, paso a dejarte un beso.
    Que estes bien.

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