viernes, 8 de abril de 2011

Argh-umento

El tipo es feucho, más vale medio deforme. A pesar de ser de baja estatura, parece como si lo hubiesen estirado de chiquito, de modo que su rostro es anormalmente largo, su frente deprimida, sus hombros estrechos, y su nariz algo más que prominente. En fin, el tipo no se levanta ni a la mañana.

Pero es inteligente. No llega a ser brillante, pero tiene ese tesón y ese apego a la rutina que muchas veces suplanta al genio.

Largos años de soledad (las minas no lo tocan ni con la sombra, y los tipos le escapan como a un bicho raro) lo fueron haciendo seco y amargo. El resentimiento se le hizo tan natural que no pasó un sólo día, en los últimos veinte años, en que no se ejercitara  en el arte del rencor.

El tipo, a fuerza de persistencia y tiempo, llega a un descubrimiento que finalmente pondrá a la muchedumbre en su sitio, y a el en el suyo. Mientras imagina los titulares de los diarios ("Científico Argentino descubre la cura para el Cancer"), imagina uno a uno los rostros que la soledad grabó en su mente rebosantes de admiración y gratitud.

No es de los que se dejan llevar por el entusiasmo: antes de hacerlo público hará todas las pruebas necesarias para evitar molestos cuestionamientos. Finalmente el mundo se pondrá de rodillas frente a el. Planea todo obsesivamente: las fechas, las palabras, los discursos, los pequeños gestos de venganza. Su salto a la luz debe ser perfecto.

No piensa en riquezas ni en mujeres. Sólo piensa en poner al mundo en su lugar y demostrar, final y definitivamente, que EL, tantas veces dejado de lado por gente vulgar, era superior a todos.

Llega el día en que hará su anuncio y llamará a la conferencia de prensa. Tiene todo preparado. Ya ha vivido esta situación en su mente cientos de veces...

Pero a último momento piensa que, tal vez, todo eso no lo satisfaga. Se vengará, pero al hacerlo beneficiará a millones de seres que lo despreciaron durante años, salvará a jovencitas altaneras que jamás lo mirarían, a muchachos  saludables y atléticos y abusadores, a las señoras que lo miraban con desconfianza por su aspecto; tal vez incluso salvaría a sus padres, que siempre se avergonzaron de el...

Con esa abnegación que llega hasta el sacrificio, hace una suprema ofrenda a su rencor, renunciando para siempre a la fama y a la riqueza. Y vive el tiempo que le resta como siempre, completamente solo, pero con la íntima convicción de haberse vengado con creces de una humanidad a la que odia con devoción.

Por fin.

Fin.


3 comentarios:

  1. Feo, seco y amargo pero por fortuna, inteligente. Para mí, él no deberia renunciar a nada, pagó un alto precio por vivir.
    Debe exigirle a la vida: el tipo tiene derecho a ser feliz.

    Hermoso cuento reivindicativo, ¿para cuando el libro (de cuentos)?
    Besos.

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  2. Estimadísima Caro: Debo decir que el mundo no necesita escritores, sino lectores.

    Besos

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