La mente humana sólo sabe manejarse con opuestos. Inadvertidamente, cada vez que internalizamos un concepto, hacemos lo propio con su opuesto. Uno aprende, al mismo tiempo, el bien y el mal, lo hermoso y lo feo, lo grande y lo chico, el placer y el dolor. En nuestra mente no puede existir uno de estos conceptos sin su opuesto; y es que en el fondo, cada concepto se define, o se termina de definir con su opuesto. Por eso, por ejemplo, uno no puede modificar su concepción del bien sin cambiar, al mismo tiempo, su concepción del mal.
Otro hecho a destacar es que, en cada caso, esos opuestos son móviles: entre santos, tener un mal pensamiento es una falta terrible; entre los asesinos, matar limpiamente es un hecho ponderable. Si la mitad de todos los habitantes del mundo tuvieran un millon de dólares, y la otra mitad tuviera un millón más uno, la primera mitad sería considerada pobre.
Es por eso que, al momento de inventar el cielo, hicimos lo propio con el infierno. No tiene sentido imaginar qué se pensó primero, porque no se puede concebir a uno sin el otro. Y por esta condición de gemelos que incondicionalmente presentan los conceptos, no pudimos imaginar al infierno simplemente como la ausencia de lo "bueno", tuvimos que poblarlo de lo "malo".
Es extraño, por todo lo antedicho, que al momento de imaginar al diablo no lo hubiésemos pensado exactamente como lo opuesto a Dios.
Dios es hombre. El diablo debía ser mujer.
Cristo es hombre. El anticristo debería ser mujer.
He visto muchas películas sobre el diablo, y unas cuantas sobre el anticristo. En todas aparecían como hombres.
Dicen que el mayor éxito del diablo es hacernos creer que no existe. Tal vez su segundo mayor éxito sea hacernos creer que es hombre.
Ojo al piojo, diablo: te estoy sacando la ficha...
El hombre es el Demonio y las mujeres somos sólo diablitas...
ResponderEliminarCon respecto a la entrada anterior:
me movilizo mucho y me escribi la vida. Sin embargo despues de sentirme muy motivada por el tema, empece a dudar si se comprenderia exactamente, luego pense que no debia hablar de mi, luego acorte partecitas, luego crei que debia escribir en infinitivo, y luego -y despues de mucho meditar- pense que tal vez no tendria que decir nada porque podria bien recibir una especie de respuesta "dura" o indiferencia con lo cual quedaria en ridiculo... resultado: borre todo.
No quise quedar presa de mis pensamientos trasnochados.
Por fin volvi y solo te salude.
Qué decir?
ResponderEliminarPerdón por haber generado semejante situación.
Igual, creeme: una entrada como la mía no puede dejar en ridículo a nadie más que a mi. Después de eso me cuesta bastante tomarme en serio.
Yo tomé tu comentario como un gesto de apoyo y una palmadita en la espalda, porque frente a semejante confesión es difícil elegir las palabras adecuadas, si las hay.
Pero sostengo que el demonio es la mujer.
Besos.
Si, fue una palmadita en la espalda.
ResponderEliminarMantener la pareja no es asunto facil, a veces es un trabajo tan arduo...
Uy nos metimos con Lucifer Daniel! Guaaaardaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
ResponderEliminarbeso!
Después de estas sabias declaraciones, tendría miedo de volver a salir a la calle...
ResponderEliminarHola :
ResponderEliminarMe llamo Roxana Quinteros soy administradora de un sitio web. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello me encantaria contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren tambien en su web.
Si estas de acuerdo hazmelo saber enviando un mail a roxana.quinteros@hotmail.com
Roxana Quinteros
El mayor éxito del diablo es hacernos creer que dios existe, entonces podemos creer en una salvación que, de otro modo, sabríamos que no existe.
ResponderEliminarY si no existe la salvación tampoco puede existir el diablo, la perdición.
Se necesitan mutuamente, como dejó dicho Saramago en el Evangelio según JC.
Saludos
J.