lunes, 21 de marzo de 2011

El segundo pecado capital

Según una teoría que acabo de elaborar, el ser humano necesita una mínima cuota de satisfacción en su vida. Esa satisfacción, felicidad o alegría, debe superar un umbral mínimo para hacer su vida tolerable. Hasta acá no dije nada nuevo. Lo novedoso de mi teoría es que postula la existencia de un umbral máximo de satisfacción, el cual no podría superarse.

Algunos hechos indican que el mecanismo regulador implicado en este equilibrio sería meramente interno, mientras que otros indicarían la existencia de un determinismo mucho más abarcador. Esta última posibilidad resulta bastante perturbadora, ya que sus implicaciones rozarían lo místico.

El hecho es que, de una forma u otra, habría una cota máxima de satisfacción (nótese mi reticencia al uso de la palabra "felicidad") que no podríamos superar.

Eso explicaría por qué las palabras rico, bello, joven, inteligente, etc. no son sinónimos de feliz. También explicaría por qué tanto viejo con plata y esposa joven luce cornamenta (aunque tal vez haya otros motivos que no vienen al caso). 

En varios pueblos de la antigüedad, los padres solían denostar a sus hijos recién nacidos para no tentar la cólera de los dioses, porque indirectamente sabían que todo tiende al equilibrio: un hijo particularmente sano y hermoso equivalía a una sequía o a una peste. Esa clase de sabiduría se ha perdido.

Sabiendo esto, propongo que con esta ley natural en mente, nos dediquemos a perfilar nuestra vida ahorrando dicha en algunas áreas para no acarrear desdichas en las otras. Si tu novio es lindo y tiene plata, agarrate el dedo con una puerta; si a tus hijos les va muy bien en el colegio, choca el auto contra un poste; si te va muy bien económicamente, decime como mierda haces (no, mentira).

Es bien sabido que la codicia acarrea desgracias, la codicia de felicidad no es la excepción. Esta no es una ley moral: no importa que uno busque la felicidad ayudando a los demás, esa felicidad se paga. (lean la vida de cualquier santo y verán el precio que se paga incluso por ser demasiado bueno)


4 comentarios:

  1. Aaah, entonces me quedo tranquila, no tengo nada que temer... mis desaciertos superan ampliamente los logros.

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  2. Los míos también, entonces, ¿por qué el mundo se empeña en cascotearme?
    ¿Con quién hay que hablar para que esto termine YA?

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  3. Debe existir una manera para salir del pozo... tal vez debamos regular mas las emociones.... hay que confiar en la ley de compensaciones.
    Si nada de esto funciona siempre podemos llamar al Chapulin Colorado.
    Un beso.

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  4. Paso a saludar, terminó el fin de semana largo, lunes otra vez...
    Dejo musica para empezar la semana. :)

    http://www.youtube.com/watch?v=7zp1TbLFPp8

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