miércoles, 23 de febrero de 2011

Veo, veo...

Un chico de ocho años se para frente a la estepa. El paisaje es desolador. No hay nada que resalte hasta donde alcanza la vista, sólo el viento que agita el pasto duro.
Su padre se para junto a él, como tantas otras veces, y le cuenta que ellos son como esa llanura, que son libres, que la pobreza de la tierra sólo resalta la magnificencia del cielo, que esa tierra guarda los huesos de sus ancestros, que el mismo viento que los azota ha recorrido el mundo mil veces y vuelve a susurrarles al oído las historias más increíbles; porque esas estepas son la cuna del viento. Le dice que ellos mismos son viento.

El paisaje, transformado por las palabras del padre, cobra un sentido que lo revaloriza.

La realidad depende más de nuestra interpretación que de cualquier rasgo concreto. Nosotros podemos regalarnos un mundo mejor, y regalárselo a nuestros hijos; modificando casi lo único que podemos modificar: nuestra mirada.

Yeah!

2 comentarios:

  1. Sí! Sí! Sí! totalmente de acuerdo.
    Esta narracion me recuerda a dos peliculas, una es El Rey Leon y la otra es una italiana hermosisima que no me acuerdo el nombre.

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  2. Si, una de la Cicciolina, yo tampoco me acuerdo el nombre.

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