La Dependienta (Konbini Ningen en el original, Convinience Store Woman en ingles) es la historia, mínima y certera, de una mujer de mediana edad que trabaja por horas en una Konbini, nombre que se le da en Japón a las tiendas de conveniencia 24x7.
Desde pequeña fue evidente que no entendía los convencionalismos sociales, y tuvo un par de incidentes derivados de esto que le plantearon la necesidad de imitar la conducta de otras personas para encajar en lo que se esperaba de ella.
Su "segundo nacimiento" se produce cuando comienza a trabajar en la tienda luego de una instrucción que le da lo que siempre había necesitado: un conjunto de normas tanto de conducta como de vestimenta que le permiten comportarse como alguien "normal".
Por supuesto, todo el mundo ve la historia como una rebelión contra el rol tradicional de una mujer adulta (casarse, tener hijos, tener un trabajo estable), y tal vez esa sea la interpretación más correcta, sin embargo...
Yo lo entiendo más bien como la historia de una persona que no entiende las reglas que la sociedad de su lugar y su época han dictaminado como correctas. Una persona que, en vez de sufrir una limitación como parece a primera vista, está libre del acatamiento compulsivo a que estamos sometidos no sólo por los mecanismos coercitivos de la sociedad, sino -y sobre todo- por nuestra propia necesidad de encajar.
Keiko -la protagonista- está inhibida de acatar cualquier mandamiento, simplemente porque al no poder percibirlos no puede internalizarlos. El único camino para evitar la sanción social se resume entonces a la imitación y la preparación de excusas para cuando ésta falla.
Tal vez mucha gente ha sentido la sensación de no encajar, de no entender cuál es la forma correcta de manejarse en cada situación. Yo, al menos, me he sentido así en muchos momentos de la vida.
Esta reseña no estaría completa, si no les contara que la autora, Sayaka Murata, tiene treinta y tantos años y que ha trabajado durante 18 años en una Kombini mientras estudiaba y escribía.
Cuando su carrera de escritora comenzó a despegar, abandonó su trabajo de dependienta. Tiempo después, debido a que según ella la ayuda a ordenarse y organizarse, comenzó a trabajar en el comedor de la editorial en la que publica.
Quiero terminar diciendo que esta pequeña novela consigue espiar brevemente entre las fisuras de una realidad que tiene cada vez más pretensiones de uniformidad.