Si Italia es una bota, L'Aquila (el águila) estaría un poquito arriba del tobillo, muy cerquita de Roma.
Se trata de una ciudad de cerca de 70.000 habitantes rodeada de ruinas romanas, antiguos monasterios y castillos. Lindo, no?
Para marzo de 2009 comenzaron una serie de temblores leves. Un sismólogo italiano, Giampaolo Giuliani, predijo que un terremoto importante sucedería en la zona; pero lo hizo utilizando un método muy cuestionado. En efecto, en alguna época se intentó predecir los sismos estudiando las emisiones de gas Radón, pero pronto se descubrió que no existía una relación directa entre ambos fenómenos.
A pesar de esto, el amigo Giuliani comenzó a alertar a la población recorriendo la ciudad en una camioneta provista de altavoces, arengando a la gente a abandonar sus hogares frente a la inminencia del terremoto. Previsiblemente, el efecto fue el pánico. Previsiblemente también, la reacción de las autoridades fue denunciar a Giuliani por provocar el pánico.
En los días posteriores, convocaron a una reunión de la Comisión de Altos Riesgos, formada por funcionarios de Protección Civil y varios científicos expertos en la materia. Y por supuesto, le aseguraron a la población que no había ningún riesgo y que volvieran a sus hogares.
Unos días más tarde, ya en abril del año 2009, la ciudad fue el epicentro de un terremoto que dejó un saldo de 309 muertos, 1.500 heridos y 50.000 personas sin vivienda.
A esto le siguió un juicio, miles de adhesiones y muestras de solidaridad hacia los científicos enjuiciados, una condena, una apelación, mucha tinta y finalmente la absolución.
El mundo es un lugar complejo.