lunes, 14 de diciembre de 2009

Dios aprieta pero no ahorca...

A todas las cosas que me salen mal, estaba a punto de sumarse la rateada de mi hija al acto de fin de año. Y cuando todo parecía perdido, apareció el Diego y se gambeteó a toda la defensa...

Explico:

Mi hija es vergonzosa. Lo heredó de mi (qué cagada!)
Aparentemente también tenía miedo de equivocarse y no había modo de convencerla de actuar. Ojo, se que es una tontería (está en sala de 4 y no en la facultad), pero a veces estas cosas te dejan marcas y generan trabas a futuro.
El caso es que estuvo de acuerdo con disfrazarse, pero sólo para ir a ver a sus compañeritos. Entonces fuimos, y una vez que estuvo con las maestras y sus compañeros la situación entró en piloto automático y terminó actuando y hasta sonriendo mientras lo hacía.
Cuando terminó, no se si será sólo impresión mía, pero la vi contenta y distendida; como si estuviera feliz y agradecida porque no la presionamos, pero la ayudamos de todas formas.
Igual, cuando crezca, algún pelotudo se la va a llevar...

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